-Parecía que estaba a punto de decirme algo del estilo: «Esto
no funciona...», «Estoy harta de discutir...» o «Por qué somos
así si nos queremos tanto...». Pero tan sólo me miraba...
Y justo en ese instante, mientras seguía observándome
de aquella manera tan extraña e intensa, pensé en una frase
que había escuchado hacía meses en un espectáculo de danza.
La función era un homenaje a Freddy Mercury y a otros
artistas que habían muerto jóvenes... O quizá iba sobre algo
diferente, no lo recuerdo.
- A mí no me gusta la danza, pero me encanta ver cuerpos
en movimiento y músicas desconocidas puestas al ritmo de
una coreografía. Salgo totalmente estimulado en el sentido
emocional de la palabra.
Y a veces, como aquel día, escucho en esos espectáculos
frases que son dardos directos al corazón.
Aquella noche, el danzarín principal declamó entre movimiento
increíble y estiramiento imposible: «Nos dijisteis
que hiciéramos el amor... y no la guerra.
-Os hicimos caso,
¿por qué entonces el amor nos hace la guerra?».
Sonreí al recordar aquella frase, ella seguía mirándome
fijamente y de repente lo soltó.
Debo dejarte, Dani.
Debo... Debo... Esa obligación me perforó.
A mi cabeza llegó el verbo traducido al inglés. Ese «must»
que siempre me ha parecido una palabra elegante. Pocos
vocablos tienen un significado tan claro, y sabes que al utilizarlos
te estás posicionando en un sentido o en otro.
¿Debes? —le pregunté.
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